No Te Enamores De Tu Marca.

Publicado por el 16/08/2019. Categoría: Blog

No te enamores de tu marca

“A todos nos gustan los halagos,

pero todos desconfían de la franqueza”.

Proverbio chino

Puede parecerte contraproducente el título de este artículo, pero si lo piensas un poco entenderás cuánta razón tengo. Si me preguntan “¿Te gusta InkaChicken?” diría, “Pues claro”. Pero a la pregunta que si estoy enamorado de mi marca respondería que no de forma categórica.

Me apasiona mi marca, la cuido, la respeto, me desvivo por ella y estoy todo el tiempo pensando en cómo hacerla crecer y prosperar, pero nunca amaré a mi propia marca. ¿Para qué?

Cuando nos enamoramos de algo o de alguien perdemos sentido de la objetividad: solo vemos los aspectos positivos, no le hacemos caso a los defectos y, más que eso, tendemos a buscar justificaciones a las cosas que están mal. Nadie nos puede decir nada sobre lo que amamos, porque salimos en su defensa con uñas y dientes.

Yo no quiero eso para la marca que he creado.

El valor de darse cuenta

Prefiero ver a mi marca no como una esposa, un amor y mucho menos un hijo (al que siempre vamos a amar de forma incondicional y vamos a perdonar haga lo que haga). Para mí, mi marca se compara a un hermano menor al que quiero y defenderé siempre, pero no dejo de reconocer sus defectos cuando los tiene.

Porque hay que reconocer que ningún negocio que empecemos va a ser perfecto. Siempre habrá un detalle que no funciona exactamente como deseamos, y eso es bueno, porque me obliga a estar constantemente generando ideas de cómo mejorarlo. Pero para eso tengo que darme cuenta que algo no va de la manera que deseaba, y esa forma es escuchando a los demás y haciendo un análisis crítico de lo bueno y lo malo.

Tengo que escuchar a los clientes, a mis empleados, a mis amigos, a mis proveedores, a mis mentores… y no dejarme llevar por las pasiones ni defender a ultranza algo que todos ven que no funciona menos yo. Cuando entienda donde están mis fortalezas y también mis debilidades es cuando estaré en condiciones de modificar, cambiar o arreglar lo necesario para que todo funcione como debe ser.

Matando el amor

Incluso tengo que darme cuenta cuando ese negocio, producto o marca que empecé con tanto cariño ha llegado a su fin. Las personas que aman su marca se aferran a ella hasta el final, aunque eso conlleve ser arrastrados y hundirse con ellas. Pero el mundo está en constante evolución y como un ser vivo los negocios nacen, se desarrollan y a veces, ya sea por mala administración o por fluctuaciones del mercado llegan a morir si las condiciones para su desarrollo ya no son propicias.

Es entonces que hay que decidir cortar las pérdidas y seguir adelante. Como a algo a lo que se le ha tomado cariño duele dejarlo ir, pero hay que tener claro que aquí el emprendedor soy yo, y puedo hacer prosperar la idea que me apasione sea esta cual sea. Incluso hay ocasiones en que es preferible cambiar una marca, si por cosas de la vida los clientes ya no la sienten como suyo. Son ellos los que tienen que enamorarse perdidamente de la marca, defenderla a como dé lugar y serle absolutamente fieles, mientras tú te mantienes vigilante de su evolución y factibilidad.

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